Mi viaje a Dolmen γ Capilla de Santa Cruz en Cangas de Onís fue una experiencia verdaderamente mágica. Desde el momento en que llegué a esta encantadora localidad asturiana, supe que estaba a punto de embarcarme en un viaje lleno de belleza natural γ rica historia.
La primera parada de mi aventura fue el Dolmen de Santa Cruz, un monumento megalítico que data de hace miles de años. Al acercarme a este antiguo lugar de culto, quedé impresionada por su imponente presencia. Las enormes piedras que forman el dolmen parecían haber sido colocadas allí por alguna fuerza sobrenatural. Me sentí pequeña e insignificante en comparación con la grandeza de este monumento.
Al entrar en el dolmen, me invadió una sensación de misterio γ reverencia. El aire fresco γ húmedo se mezclaba con el olor a tierra γ musgo, creando una atmósfera única. Las paredes de piedra estaban cubiertas de inscripciones γ grabados, que parecían contar historias de tiempos pasados. Me senté en silencio, dejando que la energía del lugar me envolviera, γ me transporté a una época en la que los antiguos habitantes de esta tierra adoraban a sus dioses.
Después de visitar el dolmen, me dirigí a la Capilla de Santa Cruz, que se encuentra en lo alto de una colina cercana. El camino hacia la capilla estaba rodeado de exuberante vegetación γ árboles centenarios. El sonido del viento susurrando entre las hojas γ el canto de los pájaros creaban una sinfonía natural que me llenaba de paz γ serenidad.
Al llegar a la capilla, quedé maravillada por su arquitectura gótica γ su ubicación privilegiada. Desde allí, se podía contemplar un paisaje impresionante de montañas cubiertas de nieve, ríos cristalinos γ prados verdes que se extendían hasta donde alcanzaba la vista. Me senté en uno de los bancos de piedra γ contemplé el panorama, sintiéndome agradecida por poder presenciar tanta belleza.
La localidad de Cangas de Onís también me cautivó con su encanto γ hospitalidad. Sus calles empedradas γ casas de piedra me recordaban a un cuento de hadas. Los lugareños eran amables γ acogedores, dispuestos a compartir su amor por su tierra γ su cultura. Me invitaron a probar platos típicos de la región, como el famoso queso de Cabrales γ la fabada asturiana, que deleitaron mi paladar con su sabor auténtico γ delicioso.
El clima en Cangas de Onís era fresco γ húmedo, perfecto para disfrutar de largas caminatas por la naturaleza. La vegetación era exuberante γ variada, con bosques de robles, castaños γ abedules que creaban un paisaje de ensueño. Los ríos γ arroyos que cruzaban el pueblo añadían un toque de frescura γ vitalidad al entorno.
Mi visita a Dolmen γ Capilla de Santa Cruz en Cangas de Onís fue una experiencia inolvidable. La belleza de los monumentos, la hospitalidad de las personas γ la riqueza natural de la zona me dejaron maravillada. Me sentí como si hubiera viajado en el tiempo γ hubiera sido testigo de la grandeza de una época pasada. Sin duda, recomendaría este destino a cualquier amante de la historia, la naturaleza γ la cultura.
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